Luis Aragonés fue un jugador prolífico, un entrenador exitoso pero fue sobre todo un transformador. Conseguía hacer lo que otros descartaban por inabarcable, imposible o de ilusos. Movido por una fe inquebrantable en sus posibilidades y un discurso arrollador encumbró a su equipo de toda la vida primero y a un país entero después.
Zapatones quiso que nadie conociera su enfermedad. No quiso compartir esa debilidad y recibir esta avalancha de homenajes en vida. Luis, tan discreto siempre, quiso gestionar un adiós en familia sin alardes ni homenajes. Siempre fue tímido para el elogio que a él le parecían excesivos. Enardecido en defender su punto de vista convencía sólo con la fuerza de su verbo y la vehemencia de su mirada. Gustaba de llevar la razón y de salir vencedor pero en el momento en que se lograba la meta él ya estaba a otra cosa y rehuía los focos en las celebraciones.
Por mucho que busque no podré descubriros nada nuevo sobre Luis. Es un pilar básico de la historia de nuestro Atlético de Madrid y sólo cabe recordar que la mitad de la sala de trofeos tiene que ver con méritos suyos de corto o fumando un pitillo desde el banquillo.
El sabio que decía no saber nada sin embargo ha sentado cátedra allá por dónde ha pasado. Pasó de jugador a técnico a la misma velocidad que sabía que entraba su balón de falta al Bayern de Munich en Heysel nada más pegar al balón. De paso levantó una Copa Intercontinental en sus primeros dos partidos internacionales como entrenador. Cómo técnico rival hemos «sufrido» con creces su genio indómito: estaba sentado en el banquillo en Oviedo cuándo certificamos nuestro pase a segunda (abandonaría por cierto jugar la Champions League por subirnos de nuevo a Primera haciéndonos campeones de Segunda). Estaba también en Valencia echándonos el aliento en el cogote en Liga el año que firmamos el glorioso doblete. Nosotros los atléticos en general siempre le hemos recordado con reverencia pero sólo a raíz de hacer campeón de Europa a España tenemos muchos la sensación de que se ha reconocido la importancia de Luis como conseguidor de éxitos allá dónde fue.
Hoy nos sentimos más huérfanos que nunca porque se fue el oso de nuestro escudo; mañana al rodar el balón ya no estará el que marcó el primer gol en este estadio que tantas alegrías nos ha dado el que nos hizo campeones de Europa por unos minutos a los atléticos e hizo campeones de todo (sobre todo de amor propio) a los españoles varias decadas después. Con orgullo le recordaremos y nos recordaremos que nadie se acuerda de los segundos. Con respeto miraremos al escudo y no dejaremos que nadie lo pise. Con firmeza diremos que ya estamos hartos de perder contra estos y que vamos a ganar por todo el estadio y porque somos el Atlético de Madrid. Gracias Luis, por enseñarnos quiénes somos.
Palmarés con el Atlético de Madrid
Títulos Nacionales
Como jugador
3 Ligas (1966, 1970 y 1973)
2 Copas (1965 y 1972)
Como entrenador
1 Liga (1977)
3 Copas del Rey (1976, 1985 y 1992)
1 Supercopa de España (1985)
1 Segunda División (2002)
Copas Internacionales
Como entrenador
1 Copa Intercontinental (1974)
1 Copa Ibérica (1991)