QUÉ FUE DE… LUCCIN. Estrella joven en el fútbol francés, Luccin lideró al Celta de Vigo los mejores años del club, pero nunca pudo demostrar ese nivel en un Atlético que buscaba volver a la élite.
Se puede decir que la de Peter Luccin fue otra de esas carreras que acabó con menos ruido del que se presuponía cuando su cartel empezó a ser el de profesional. Criado en las categorías inferiores del fútbol francés, concretamente en el Cannes, que lo fichó con 14 años tras haber jugado en distintos equipos amateur en ligas municipales, Luccin apuntaba mucho y al final se quedó en poco.
Debutó como profesional a los 17 años y, solo una temporada después, todos los grandes de Francia se echaron a por él cuando, tras la buena campaña con el Cannes, lideró a Francia en el Mundial Sub20 de 1997. Apenas tenía 18 años recién cumplidos, pero fue el pilar de un equipo que entrenaba Houllier y que tenía en sus filas a futbolistas del calado de Henry, Anelka, Trezeguet, Gallas o Sagnol y que cayó en cuartos de final por penaltis ante Uruguay.
Sin querer correr antes de andar, Luccin se marchó al Girondins de Burdeos, donde fue pieza clave y solo una campaña más tarde las ofertas siguieron llegando. Esta vez, aceptó una del Olympique de Marsella, donde alcanzó posiblemente el mayor nivel de su carrera a sus 20 años. Tras dos años en el Velodrome volvió a hacer las maletas, esta vez para enrolarse en las filas de un PSG que no es el gigante que hoy conocemos, pero que quería convertirse poco a poco en el equipo puntero del país. Aquel fichaje fue considerado una absoluta traición para la afición marsellesa pues Luccin, que había nacido en la ciudad, dejaba al equipo en un mal momento para irse a un eterno rival histórico como el equipo de la capital.
En París Luccin directamente no cuajó. Fue titular toda la temporada, pero no consiguió estar al nivel que había alcanzado en sus hasta entonces pocas temporadas como profesional. El PSG, que no quiso esperar, le dio más galones a otro jugador joven como Arteta para la siguiente temporada y Luccin se marchó cedido al Celta de Vigo en busca de más minutos para seguir fogueándose. Para él, no tenía sentido irse a otro equipo galo a préstamo tras haber jugado muy bien en Burdeos y O. Marsella.
En Vigo fue fundamental en los planes de los entrenadores desde el primer día, recuperando su mejor versión y siendo pieza clave en el equipo, que acabó en quinta plaza, jugando UEFA. El Celta estaba tan contento con el rendimiento del jugador, que la cesión se acabó convirtiendo en un traspaso. Un año más tarde, fue el timón en la mejor temporada del equipo gallego, que alcanzó la cuarta posición y se estrenó en Champions League un año después. Pero la exigencia de jugar ante equipos como el Ajax de Ámstardam o el Milan y la preparación de partidos como el que tuvo en octavos de final ante el Arsenal acabaron con el Celta destruido físicamente, con la mira despistada y perdiendo ese año la categoría.
luccin llevó al celta a uefa y a champions y el atleti intentó que el francés hiciera lo mismo de rojiblanco, pero no cuajó
Así, después de tres años en Balaídos, Luccin se marchó del Celta cuando la desbandada se hizo efectiva tras el descenso. El Atlético, gigante venido a menos, buscando volver a Europa y recuperar un sitio que nunca debió perder, se interesó en el futbolista que acababa de liderar un proyecto parecido al que buscaban los colchoneros y por 5 millones de euros se convirtió en nuevo jugador rojiblanco.
En el Atleti, Luccin alternó luces y sombras, pero el recuerdo general es sencillamente malo. Su nivel, más allá de partidos esporádicos, nunca alcanzó la regularidad que había logrado en el Celta o en el fútbol francés y el recuerdo de la afición sobre el futbolista galo es generalmente malo. Vale que sus parejas de baile, Colsa, Costinha, Pato Sosa, Zahínos y compañía tampoco fueran nada del otro jueves, pero la realidad es que Luccin, titular indiscutible con César Ferrando, Bianchi, Pepe Murcia y Javier Aguirre, nunca dio la talla de manera continuada.
Por eso, cuando salió, nadie le echó en falta, aunque el equipo que se formara entonces no contara con ningún pivote puro en sus filas y esa demarcación fuera ocupada durante todo el año por Maniche, Raúl García, Cléber Santana y hasta Maxi Rodríguez hasta que en los últimos meses apareciera un imberbe Camacho.
Luccin permaneció en las filas del Atlético de Madrid tres temporadas entre 2004 y 2007, jugando 89 partidos y anotando apenas dos goles, pese a que en el Celta se había destapado como un buen llegador y un lanzador de faltas con potencia bastante bueno. Su destino fue el Zaragoza, donde llegó por unos 3 millones de euros y acompañó en la medular a Zapater y Gabi, bastante jóvenes entonces. El buen empeño de estos en esa primera temporada de trivote acabó derivando en la salida del galo tras un curso al Racing de Santander y en otro año entero en la grada de La Romareda.
En 2011, ya con 32 años y con problemas físicos, Luccin jugó un año en la Superliga Suiza antes de marcharse al Dallas FC, de la MLS norteamericana. Allí permaneció hasta el final de su carrera y, cuando colgó las botas en el años 2014, se quedó en la entidad como entrenador de las categorías inferiores. Hoy, es ayudante del primer equipo mientras se saca la licencia A para los banquillos, aunque admite no saber si realmente algún día ejercerá en solitario.
Fotografía: Luis Bagu/Getty Images.