Luis se ha ido, nos ha dejado, en silencio, sin hacer ruido, perece paradójico en él, pero así ha sido. El mundo del fútbol llora su ausencia y recuerda todo lo que hizo por este deporte en nuestro país. Dio mucho al Atleti y el Atleti le dio mucho a él porque como él mismo dijo,este club era su vida. Ayer el campo desnudó su alma para intentar devolverle parte de todo lo que nos ha dado. Ayer en el Calderón se rindió uno de los homenajes más bonitos, especiales y emotivos que se recuerdan, porque era aquí en su casa,dónde se le debía decir el último adiós.
El Vicente Calderón se convirtió en un santuario. La puerta 8 se llenó desde primera hora de fotos, velas, escritos y flores desde por la mañana y a poco de comenzar el partido fue el lugar de encuentro de miles de seguidores, niños, padres, todos unidos y conocedores del vacío que ha dejado esta leyenda atlética.
Anoche el Atleti se jugaba mucho, nada más y nada menos que el liderato, sin embargo, eso pasó a un segundo plano y fue una noche para él, para Luis Aragonés. Antes de que los jugadores saltasen al terreno de juego un grupo de veteranos portaron una lona gigante con el dibujo de una camiseta rojiblanca en la que se podía leer Luis Aragonés junto con el número 8. Todos ellos la llevaron hasta el círculo central con todo el estadio coreando sin parar «¡Luis Aragonés, Luis Aragonés, Luis Aragonés,….!» y aplaudiendo en una ovación cerrada y respetuosa. Ayer sin fisuras y todos a una el club y la afición al completo supieron estar a la altura.
Los familiares de Luis se sentirán hoy inmensamente orgullosos. Es uno de los homenajes más emocionantes que he visto en mi vida.
— MisterChip (Alexis) (@2010MisterChip) febrero 2, 2014
Saltó el equipo de Simeone al césped, rodeó la lona y se abrazó a los veteranos para comenzar el emotivo minuto de silencio. El fondo sur tenía desplegada desde hacía media hora una pancarta rojiblanca con el rostro de Luis junto con las palabras «Luis Aragonés, leyenda atlética». Comenzó el silencio y todas las banderas atléticas se alzaron al cielo. Villa y el Cholo sobre todo miraban al firmamento emocionados queriéndose aún despedir de su maestro, de su amigo. El estadio entero lloraba en silencio la pérdida de uno de los corazones más rojiblancos del Calderón.
Incredibile omaggio del Vicente Calderon a Luis Aragones. Solo in Inghilterra avevo visto trattare tanto bene la memoria sportiva
— Filippo Ricci (@filippomricci) febrero 2, 2014
El arbitro pitó el final del minuto de silencio y el Calderón retumbó. Un único y unísono grito en cada garganta, «¡Luis Aragonés, Luis Aragonés, Luis Aragonés,….!» Una y otra vez, «in crescendo» y se veía a espectadores secarse las lágrimas. El partido empezó pero el estadio entero se sumió en un silencio desconocido. Un silencio de respeto y honra. Un silencio de banderas y bufandas en alto. Un silencio de 8 minutos. Al octavo minuto el estadio entero entonó al unísono y con intención de que se escuchara desde los cielos «¡Luis Aragonés, Luis Aragonés, Luis Aragonés,….!»