Me llamo Jan Oblak. Nací en Eslovenia y desde pequeño he querido ser futbolista. Normalmente de niño quieres ser delantero y meter goles, yo acabé cumpliendo mi sueño de ser portero y haciendo que muchos de ellos no cumplieran sus sueños de marcar. Debuté en el fútbol profesional con 16 años en mi país. No tardé en hacer las maletas para viajar a Portugal fichado por el Benfica, Portugal me gusta. Crecí como persona y como portero. Es mi segunda patria. No fueron años fáciles, de cesión en cesión, pero en Beira-Mar, Uniao de Leiria y Rio Ave fui creciendo y mejorando.
Tras tres temporadas de aquí para allá, por fin el Benfica confió en mí. Aunque jugué unos 20 partidos en los torneos domésticos, Europa me esperaba. Una lesión de mi compañero Artur me permitió ser titular en la vuelta ante la Juventus. El pase a la final estaba en juego y yo no pensaba defraudar. Mi portería se quedó a cero y llegamos a la final de la Europa League. No pude luchar contra la maldición Béla Guttmann y el Sevilla nos ganó en los penaltis. Malditos penaltis
Tras un verano de rumores, fiché por el Atlético de Madrid. No tuve que viajar lejos y salí del equipo campeón en Portugal para llegar al campeón de la Liga española. El Atleti pagó 16 millones de euros por mí. Tengo la etiqueta de ser el portero más caro de la categoría. No es fácil llevar esta presión dirían muchos. A mi no me afecta. Los buenos porteros cuestan mucho dinero. Y yo sé que soy bueno. Me lesioné en la cadera antes de comenzar la temporada. No han dejado de hablarme de rumores de la prensa, que no confían en mi o que no soy portero de primer nivel. Ya se darán cuenta. La pretemporada se acababa, yo no había jugado y empecé la Liga sentado en el banquillo.
Desde entonces, no tuve fortuna. En Grecia todo salió mal ante Olympiakos. En Copa del Rey muchos dijeron que los dos goles ante L’Hospitalet furon culpa mía y no tuve mucha suerte en el cruce ante el Barça. Eliminados. No parecía mi año pero tocaba trabajar y esperar. Europa aguardaba de nuevo. El banquillo del Calderón es muy frío aún con el calor de la gente. Tardé en reaccionar cuando Moyá se lesionó. No te esperas poder cambiar la historia, poder cambiar tu historia en una noche tan grande. La historia se repetía y con el pase a cuartos de final de la Champions en juego, tuve que salir sin calentar.
Los gritos del público me animaron, supe que era mi momento. No quise patear en el primer saque de puerta, tenía que estar caliente. No puedes lesionarte Jan. Hoy es tu gran noche. Estabamos a un gol del todo o de la nada gracias a Mario Suárez. En partidos así intentas no fallar y es cuando más impreciso estás en general. Yo no. Mi trabajo es estar calmado para que los demás lo estén. Los minutos pasaron sin oportunidad de cambiar el resultado. Pasa la prórroga y de nuevo penaltis. Malditos penaltis.
Benditos penaltis. Mis penaltis. Sabía que hoy sería distinto. Pablo, nuestro preparador de porteros, nuestro amigo y confidente, me dijo que aguantase en cada lanzamiento y su confianza fue la mía y la del público, que de nuevo gritó mi nombre.
El fallo de Raúl García dejó poco margen de reacción. Me tocaba pararlo. Rápido. No había que dudar. El penalti de Çalhanoglu pasó en 3 segundos pero en su cabeza y en la mía parecieron largos minutos. Él aguanta para ver como inicio la estirada a la derecha, cambia el pie y dispara a la izquierda. En ese duelo de centauros yo bajo el cuerpo mucho para no vencerme y rectifico sacando una mano a mi izquierda. No hay mejor sensación que sentir como te pega el balón en la mano en un penalti, como ver de reojo el balón frenándose en seco, como el jugador tuerce el gesto, como el silencio del publico se vuelve un rugido. ¡Bien Jan! ¡Bien Atleti!
Quedaba mucho. Un mundo. Me hice tan grande como pude, intimidé al rival y sus penaltis se fueron alto, el cansancio hizo el resto. Mis compañeros acertaron y sellamos el pase a los cuartos de final y yo fui de nuevo protagonista y volví dónde siempre quiero estar, bajo palos. Por fin el Calderón me conoció en una gran noche y espero que sea la primera de muchas. El pase a Cuartos es mérito de todos.
Muchos no me conocíais pero confío en que a partir de ahora no dejéis de oír mi nombre y de corearlo. Me llamo Jan Oblak y por fin he sonreído en la ribera del Manzanares.
Fernando Sancho Gadea [social_link type=»twitter» url=»https://twitter.com/kamikazesancho» target=»on» ]https://twitter.com/kamikazesancho[/social_link]
Fotografía: Tania Delgado [social_link type=»twitter» url=»https://twitter.com/TD_Fotografia» target=»on» ]https://twitter.com/TD_Fotografia[/social_link]
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