El Atlético sabe competir. Y vaya que si sabe. Saltó al césped del Ramón Sánchez-Pizjuán con las ideas claras y las pilas cargadas. Resistió estoicamente el arreón inicial de un Sevilla acostumbrado a salir en tromba en su feudo. No sorprende a nadie el tempranero y eléctrico arranque de los hispalenses, espoleados por, posiblemente, uno de los ambientes más emocionantes del fútbol español en los que a los prolegómenos del partido se refiere.
El cronómetro dio la razón a un Atlético que cada día se muestra más compacto y sólido. Si bien se defendió como gato panza arriba durante dos tercios de la segunda mitad, los rojiblancos se llevan la maleta cargada de buenas noticias de vuelta al Manzanares, aunque a decir verdad, muchas de ellas no han hecho más que confirmarse una temporada más. Han renovado y eso es motivo de celebración.
Simeone tiene un seguro de vida bajo los palos, una zaga ordenada que nunca se complica, un centro del campo muy bien compensado y una línea de ataque a la que no se le caen los anillos a la hora de ponerse el mono de trabajo. Y puedes tachar y retachar en la pizarra del vestuario todo lo que te venga en gana que el nombre que acabe figurando con rotulador cuando los futbolistas crucen el umbral de la puerta se van a ‘romper el culo’ trabajando, si se me permite la expresión.
El Atleti sabe leer los partidos de forma magistral. Juega a dos toques cuando puede, ataca el espacio con relativa facilidad y pone el pecho cuando sabe que puede recibir un golpe. ¿Su virtud? Que más de uno se rompe los nudillos tras chocar contra el muro humano hoy pintado de azul marino. Y entonces, con el oponente herido, firma un knockout técnico cuando nadie más lo espera. Y sonríe.
Simeone tiene en su mano un reloj. Pero no cualquiera. Tiene uno de esos de cadena y tapa brillante que termina por sorprender a propios y a extraños. ‘Hostia, ¡qué guapo! ¿Pero funciona?’, preguntan los más escépticos. Entonces lo cogen y comprueban que el tic-tac es perfecto, que nunca se detiene, que nunca se acelera. Miran al otro lado y encuentran que Simeone, con cualquier foto que ponga en el reverso de la tapa, siempre parece el padre de una familia feliz.