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lunes, 13 enero 2025

Catorce minutos que marcan el camino

Escribía tras el partido contra el Benfica en Twitter una frase que me vino a la cabeza. No sé si estaba ya ahí incrustada, si se me ocurrió a mí o si tiene derechos de autor. El caso es que me vino y tuve que expresarla: «olvida de dónde vienes y no sabrás hacia dónde vas«. Y creo, de verdad, que son diez palabras que nadie de ese vestuario debe olvidar. Sobre todo aquellos que han ido construyendo ese camino hasta llegar al hoy.

Si bien se pudo ganar a los lisboetas con ocasiones clamorosas falladas por Jackson o Correa, el encuentro dejó en el ambiente una visión bien distinta. El entrenador está, los jugadores están y el balón no quiso entrar. Pero faltó el primer mandamiento de este Atlético de Madrid. Ese rictus que ha llevado a los de Simeone a metas inimaginables hace casi cuatro años. No se vio por ningún lado esa intensidad que ha hecho grande a este club. Y no hablo de la mera presión para recuperar el balón. Hablo de ese filo de la navaja; del morir por recuperar cada esférico como si fuera el último; como si el fútbol se basase en tratar de hacer incómodo el partido al rival más que de marcar. La sangre, la garra… La cholina…

Y el Real Madrid parecía el rival perfecto para recuperar sensaciones y devolver la energía a una grada algo apagada. No sé si fue el gol tempranero de Benzema o el penalti errado de Griezmann, pero el Atlético no estaba. Y se notó aún más gracias a la desidia de un Real Madrid que se ha caricaturizado en Benítez demasiado pronto. Controló el balón a su antojo, casi siempre en zonas sin peligro, y sin intentar hacer algo fuera de lo marcado por el entrenador. Poco margen a la improvisación de los blancos, y poca intensidad de los rojiblancos. El tiempo se terminaba y, entonces, llegó ese minuto 80. El que no sólo cambió el derbi, sino la dinámica pesimista del aficionado medio colchonero. Catorce minutos, hasta el 94, de adrenalina, fuerza, fe e intensidad. El Real Madrid (ya con cuatro mediocentros) se desinfló y el Atleti, entonces, creyó. Volvían los rojiblancos al camino establecido. Y, después de un mal arranque, lo hacían conectados a todo.

Y ese camino no se puede perder. Los nombres de Diego Costa o Raúl García han sobrevolado el Calderón más de lo que a cualquiera le gustaría. El argentino tiene que dar con el equilibrio. Años atrás disponía de garra y le faltaba calidad. Esta temporada, por el momento, es al contrario. Pero el Atlético funciona y crece desde el sudor, el esfuerzo y el sacrificio. Y una afición que se siente representada en el campo, es un jugador número 12. Yo aún creo. Cómo no voy a creer. Aunque sea sólo por esos catorce minutos. Y por esos tres años anteriores.

PD: Jackson estuvo a diez centímetros de eliminar el caché que las malas lenguas ya le han adjudicado en cuatro ratos. Un cartel colgando que ya tuvo que llevar Falcao. El precio pagado por él y la necesidad de algunos, que corren más que la realidad, han hecho que el colombiano ande con la puntería desviada. No habrá problemas. Los que le conocemos del Porto y sabemos de sus virtudes no dudamos. Algunos terminarán comiendo palabras. Más pronto que tarde. Verán.

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Fotografía: Tania Delgado / Esto Es Atleti

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Imanol Echegaray
Imanol Echegarayhttps://imanolechegaray.com/
Periodista y escritor. Puedes leerme en Esto es Atleti y Perarnau Magazine. Antes, en Redacción Médica, Marca Plus o El Balón ITG.

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