¿Saben ustedes bailar un tango? Yo tampoco. Mis amigos argentinos me dicen que es pasión, los uruguayos hablan de técnica. Ellos son los expertos, pero yo creo que es cuestión de confianza, de fe ciega en tu pareja. Quizá este nuevo Atleti todavía no es capaz de ejecutar los pasos más complejos de un tango, pero mientras va aprendiendo, se hace muy fuerte. La confianza sirve para solventar partidos y esa fue la diferencia esta noche, un Atleti cargado de confianza contra un Valencia sumido en la más profunda de las tinieblas.
Los detalles definen partidos, la confianza da puntos. Un matiz importante, una diferencia mayúscula. No hay más que mirar las parejas de baile en el frío tapete del Vicente Calderón. La noche de Champions ante el Astana ha sentado bien en la orilla del Manzanares y ha formado una pareja de hecho, unida por la confianza. Jackson Martínez marcó por fe, por tesón y pundonor. Definió el colombiano con calidad, como lo hizo Carrasco poco después. Casualidad o no, el gol de Carrasco viene precedido de los mismos pasos.
Este Atleti sólo baila al ritmo de Tiago. Cada vez que toca un balón suena un tango de Carlos Gardel
La confianza valió dos goles, la desconfianza costó dos tantos. El prisma es muy diferente mirando a Cancelo y Santos. La pareja de defensas ches falló estrepitosamente en los goles, profundizando en la herida de Nuno, más dispuesto a poner la zancadilla que a bailar un tango. Mientras el portugués no planteó un plan ‘A’, ni tampoco un ‘B’, el Calderón disfrutó de una pareja trasmutada en un sólo espíritu. Simeone ordenó, Tiago ejecutó y el luso se marcó un auténtico recital. Amo y señor del escenario.
Hasta los bailarines más notables sufren un tropezón y en esta ocasión, fue Godín el que dio un mal paso. Incluso los uruguayos fallan bailando el tango. Tocó sufrir, porque este Atleti no sólo es confianza, también es sufrimiento. Eso sí, sobran tablas y el partido terminó con un importante paso final. Paso de tres puntos, que cierra el cacareado ‘Everest’ y que deja al Atleti en tercera posición, con 19 puntos tras 9 jornadas y a tan sólo 2 puntos de los bailarines supremos.
Por cierto, no es argentino ni uruguayo, pero Tiago baila como nadie. Perdón que insista. Hizo el amago de irse, pero todos sospechan que viajó a Londres para quitarse unos cuantos años y quizá para aprender unos cuantos pasos que sumar a su repertorio. Este Atleti sólo baila al ritmo de Tiago. Presionó, robó, atravesó líneas con sus pases y marcó diferencias. Su contrato acaba en junio y pide a gritos una renovación. Eso sí, mis amigos argentinos me dicen que cada vez que toca un balón suena un tango de Carlos Gardel.
Fotografías: Esto es Atleti / Tania Delgado