El filial cerró una temporada con muchos sobresaltos, una campaña en la que ha ocurrido de todo y en la que los jóvenes futbolistas han sabido sobreponerse de todos los males para pasear el escudo del Atleti con el mayor orgullo de todos. Esfuerzo, trabajo y mucho sacrificio han sido las claves para alcanzar una salvación que, a medida que avanzaban las jornadas, parecía casi imposible. El filial ha estado dirigido por dos entrenadores totalmente distintos, pero gracias a la llegada del míster Óscar Mena el equipo supo redirigir el rumbo y certificar la permanencia en una eliminatoria ante el Caudal que, la verdad, fue un paseo para los canteranos. Una temporada que después de todo lo ocurrido acabó con una sonrisa de felicidad.
El curso comenzaba al mando de Alfredo Santaelena, lo que significaba que el club apostaba por mantener la misma filosofía y el mismo camino que le había llevado a lo más alto la temporada anterior. Sin embargo, el equipo se quedaría huérfano de sus grandes estrellas con las salidas de Cidoncha, Thomas, Pedro, César Ortíz o Saúl; y las subidas al primer equipo de Manquillo y Óliver Torres. El B debía reinventarse. La solución pasaba, lógicamente, por mirar en la cantera. Los jugadores del Atlético C que estaban rindiendo a un nivel excelente debían ser el bloque de un proyecto que se apuntaló con un par de fichajes. Era un nuevo proyecto, con Mongil como líder de la zaga; Omar y Vicente llevando el peso en la medular; y Aquino y Rubén Mesa como los killers del área. Un proyecto que tenía muchas lagunas y a la vez desprendía ilusión por todos los costados.
El juego de los de Santaelena en el inicio de la tempora fue irregular. No lograban definir su estilo de juego. Ni conseguían hacerse dueños del balón, ni su defensa era lo suficiente sólida como para jugar al contragolpe. De hecho sus despistes en defensa llegaron a ser algo habitual entre los jugadores. Esos errores eran fruto de un nerviosismo que se evidenció en otro hecho: eran el conjunto con más expulsiones, incluido el propio entrenador. Un caos que se consumó en la jornada nueve cuando cayeron por primera vez en el descenso. El equipo de Alfredo vivía de los destellos de Aquino y de las jugadas a balón parado. Los rojiblancos eran un conjunto que daba la sensación de estar intimidado en los terrenos de juego y cuya moral se venía a bajo si recibían un gol en los primeros minutos. Todo esto terminó con Santaelena destituido dejando unas cifras verdaderamente alarmantes: 27 puntos de 65 posibles. Incluyendo dos rachas de cuatro encuentros sin conseguir la victoria.
Llega la ilusión
El equipo se hundía en el fondo de la clasificación hasta que se cruzaron dos personas en su camino: Óscar Mena y Samu Sáiz. El primero, llegó a comienzos de febrero después de que el equipo se volviese a ahogar en la zona de descenso; y el segundo, llegó procedente del Almería B para reforzar la faceta goleadora de los colchoneros.
Es cierto que al equipo de Mena le costó arrancar, pero luego despegó a toda velocidad. Devolvió la ilusión a un grupo de jugadores y consiguió que el juego del equipo fuese más directo, con mediocentros más creativos y más velocidad por las bandas. Una de las claves fue devolver a Aquino a la delantera, el técnico lo conocía de su etapa en el Atleti C y no dudó en alinearlo en la punta de ataque. Así, el delantero murciano junto a Mesa crearon una asociación demoledora: 21 goles entre ambos. Las bandas eran puñales, con Iván Sánchez y Samu como protagonistas de todos los regates y centros existentes. Pero lo más importante estuvo en el refuerzo a nivel defensivo, una zaga que se convirtió en un muro capitaneada por Mongil y Tiri, en el centro, e Iván Pérez y el ‘reconvertido’ Kader, en los laterales. Una delicia. Un sistema de juego que provocó que este Atleti B tomase aire y consiguiese una cifra de ocho jornadas sin perder, venciendo al líder entre ellas, luchando con coraje y corazón. Una salvación que parecía estar en la mano de estos jugadores, pero cuatro derrotas en el tramo final le arrastraron a disputar la Fase de Promoción ante el Caudal Deportivo.
Los pupilos de Mena tenían una última oportunidad, salvar en dos encuentros el trabajo no realizado en un año. Y no defraudaron.
Un año complicado, muy complicado, pero que ha tenido un buen desenlace gracias al laborioso trabajo de Óscar Mena que ha conseguido levantar a un equipo y hacer que los propios jugadores crean en sí mismos.
Antonio Rodríguez[social_link type=»twitter» url=»https://twitter.com/nonorp» target=»on» ]https://twitter.com/nonorp[/social_link]
Fotos: Esto es Atleti y Club Atlético de Madrid.